Sentí las lágrimas, ácidas y anhelantes, deseaban salir de mis ojos para que aceptara de una puñetera vez que estaba completamente sola. Él se había ido, ni siquiera sé o recuerdo cuanto tiempo hace de eso, pero se marchó y ahora solo queda un vacío, un triste recuerdo que me destroza y que duele cada día un poco más. Ya no quedaban amigas a las que llamar, sitio al que regresar o hombro en el que llorar, ya no quedaba nadie porque cuando le entregas tu vida entera a una persona y ésta se va para no volver, solo quedas tú y tu más profunda pena.
sábado, 17 de octubre de 2009
Sentí las lágrimas, ácidas y anhelantes, deseaban salir de mis ojos para que aceptara de una puñetera vez que estaba completamente sola. Él se había ido, ni siquiera sé o recuerdo cuanto tiempo hace de eso, pero se marchó y ahora solo queda un vacío, un triste recuerdo que me destroza y que duele cada día un poco más. Ya no quedaban amigas a las que llamar, sitio al que regresar o hombro en el que llorar, ya no quedaba nadie porque cuando le entregas tu vida entera a una persona y ésta se va para no volver, solo quedas tú y tu más profunda pena.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario