A veces me gustaría enviar todo a la mierda. Dejar el orgullo de lado, dejar la segunda cara. Pero eso me haría mas daño del que ya me hace esta situación. A veces pienso en vivir siempre en nubes de algodón, tocar el cielo con los dedos, y refugiarnos en nuestro trozo de cemento. Pero la realidad es así, y seguirá siendo así. Solo queda que el tiempo ahora haga las distancias. Y que ambos nos olvidemos. Que no recordemos lo que hemos escrito. Y que este adiós sea el más frio y definitivo.
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